En 1975, SC Johnson sorprendió a la industria química y fijó nuevas alturas para el liderazgo medioambiental cuando nos convertimos en la primera compañía en prohibir los clorosfluorocarbonos (CFC) de nuestros productos en aerosol en todo el mundo.
Fue una jugada impresionante, especialmente porque algunas personas tenían preocupaciones sobre el gas de CFC, el cual requería más análisis. Un ejecutivo argumentó que SC Johnson debería esperar un análisis a más largo plazo, que resolviera la cuestión de la ciencia, antes de actuar con el “sentimiento”.
Pero el entonces director ejecutivo Sam Johnson sintió que la evidencia claramente demostraba que los CFC afectaban la capa de ozono y creyó que la acción estaba justificada. Como dijo en su momento: “Los científicos de nuestra propia compañía confirman que como hipótesis científica, [la idea de que los propelentes de fluorocarbono en algunos recipientes de aerosol podrían estar causando el agotamiento de la capa de ozono] puede ser posible”.
Así que Sam tomó medidas. “A partir de hoy”, anunció el 17 de junio, 1975, “nuestra compañía ha quitado todos los propelentes de fluorocarbono de nuestras líneas de producción”.
Eso fue más de una década antes del Protocolo de Montreal de 1987, el tratado internacional diseñado para reducir la producción y el uso de químicos que contribuyen al agotamiento de la capa de ozono. También fue tres años antes de que Estados Unidos prohibiera el uso de los CFCs.